jueves 06 de febrero de 2025 - Edición Nº-3037
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Racismo en el Mundo y su Implicancia en el Futuro de las Políticas de Inclusión


En el contexto actual, la lucha contra el racismo, el fascismo y la discriminación ha tomado una relevancia urgente y esencial, especialmente en un mundo donde las tensiones sociales y políticas siguen en aumento. La reciente Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista en Plaza de Mayo refleja la resistencia de miles de personas ante un discurso que atenta contra los avances conseguidos por la comunidad LGBTIQ+, feministas y sectores históricamente oprimidos.


El discurso del presidente Javier Milei en Davos, que asoció la homosexualidad con la pedofilia y atacó al feminismo, no solo encendió alarmas dentro de la comunidad LGBTIQ+, sino que desnudó una visión regresiva que pone en peligro los derechos ganados tras años de lucha. Estas palabras se dan en un contexto donde el Gobierno también presentó propuestas que pretenden eliminar figuras fundamentales como el femicidio, el DNI no binario y el cupo laboral trans. Este retroceso no es aislado, sino parte de un discurso de odio y exclusión que se manifiesta de diferentes maneras en distintas partes del mundo.


El racismo, aunque muchas veces invisibilizado, sigue siendo una de las principales causas de marginalización y violencia. Este fenómeno se alimenta de estereotipos, prejuicios y estructuras de poder que históricamente han relegado a las personas de color, las comunidades indígenas y otras minorías a un segundo plano en términos de derechos y oportunidades. El racismo no es solo una cuestión de ideologías extremistas, sino una forma de perpetuar un sistema económico y social que necesita la desigualdad para funcionar.


El hecho de que la Marcha Federal Antifascista haya tenido réplicas en más de 150 ciudades de Argentina subraya la importancia de una respuesta colectiva y masiva ante la injusticia. No solo la comunidad LGBTIQ+ se ha alzado, sino que esta lucha ha sido respaldada por sindicatos, organizaciones sociales, estudiantiles y partidos políticos, lo que demuestra que la defensa de los derechos humanos y la igualdad no es una causa de un solo sector, sino un llamado de atención para toda la sociedad.


En este sentido, es imprescindible recordar que el racismo no solo se manifiesta en ataques explícitos, sino también en la forma en que se estructuran las políticas públicas, en el acceso desigual a la educación, la salud, el empleo y la justicia. Las marchas, como las vistas en la Plaza de Mayo y en otras ciudades argentinas, son solo una pequeña parte de una lucha global más grande. La movilización no solo está dirigida a frenar el avance de ideologías fascistas, sino también a reafirmar el compromiso con una sociedad inclusiva, donde todos y todas, independientemente de su identidad, orientación sexual o etnia, tengan los mismos derechos y oportunidades.


El racismo y la discriminación no son problemas del pasado; son amenazas presentes que debemos enfrentar con valentía y solidaridad. La marcha en Buenos Aires y en muchas otras ciudades nos recuerda que la lucha por la justicia social es una responsabilidad colectiva que no puede ser ignorada. Las políticas inclusivas, los derechos humanos y la equidad deben ser principios irrenunciables, porque en el futuro de la humanidad, la diversidad y el respeto mutuo deben ser la base de una sociedad verdaderamente democrática y libre de opresión.

 

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