Los traspasos de la responsabilidad del predio entre el Municipio y el Gobierno provincial, derivaron en el deterioro total de las instalaciones y la consecuente pérdida de uno de los símbolos maravillosos de La Plata.

Más de cien años de tradición se pierden con cada día de abandono. La naturaleza, implacable y con el tiempo a su favor, recupera territorio que le pertenece a la cultura. Cuando perdemos las características únicas que identificaron a nuestra ciudad, ¿perdemos nuestra esencia? ¿perdemos nuestra ciudad?

Nuestra ciudad, por décadas fue un faro cultural, no sólo para nuestra provincia sino también para Latinoamérica. El Teatro del lago fue una de esas gemas que coronaban a la única metrópolis diseñada y proyectada cuadra a cuadra. Lamentablemente, en las últimas décadas las prioridades cambiaron y la cultura se relegó a un acto de placer, no un derecho.

El Teatro del Lago inició un proceso de deterioro que, gestión tras gestión, no logro detenerse. En un principio, pareció que con la renovación que concluyó con un espectáculo en el año 2000 se podrían repetir aquellas noches de  tertulias en familia bajo la luz de las estrellas. Pero otra vez el abandono, como única constante, se hizo presente y esta vez la desidia se cobró una vida. En 2014 un obrero que realizaba tareas de restauración murió tras ser golpeado por mampostería que se desprendió de la cúpula.

Crespo, mostró su preocupación al considerar que “en nuestra ciudad, los edificios van dominando el paisaje, perdemos las arboledas y el aroma de la calle. Nuestro bosque desaparece un poquito cada día y sólo puede ocurrir ante la falta de Políticas de Estado, de Planificación".

"Todavía estamos a tiempo de recobrar lo que perdimos, pero el momento es ahora. Esperamos que el Gobierno se dé cuenta de que la población quiere un lugar saludable, ecológico y sustentable donde desarrollarse", concluyó.